viernes, 6 de noviembre de 2015

EL RETIRO O EXPULSIÓN DE LA CLASE, Una medida excluyente que no resuelve el problema de fondo


Lic. Ed. Pool César Ortiz Sandoval

Retirar al estudiante de la clase, como solución más inmediata al comportamiento disruptivo, es una práctica muy antigua, pero en realidad esta “solución” ¿les resuelve el problema? ¿El estudiante mejora su comportamiento luego de ser expulsado?
Primero hay que definir el término “Disruptivo”. Se trata de problemas que interrumpen una actividad o proceso, y que impiden su desarrollo normal. Lo más común es por ejemplo, el constante murmullo que se escucha en el aula durante el desarrollo de la sesión, y que crea malestar en el docente y un impacto negativo en el aprendizaje de los demás estudiantes. Otros comportamientos disruptivos podrían ser: Desobedecer las indicaciones del profesor, desafiar la autoridad docente, levantarse y moverse por el aula, interrumpir con bromas o risas exageradas, pasividad, desinterés, etc.
Cada salón de clases es un subsistema, que está inmerso dentro de un sistema mayor que es la escuela. A este subsistema pertenecen todos y cada uno de los estudiantes que son los integrantes del aula. El docente también es parte de esta unidad, con la diferencia que es la máxima autoridad y por lo tanto tiene otra jerarquía, tiene poder. Por lo tanto tiene que velar por que todos se sientan integrados e incluidos en cada una de las actividades educativas. Sin embargo en los últimos tiempos se han incrementado los comportamientos de alumnos o de grupos que distorsionan el clima del aula y deterioran las relaciones que se dan en ella.
Como profesorado vivimos las conductas conflictivas en el aula con angustia y desesperación, las sentimos muchas veces como una pérdida de autoridad que no nos permite desarrollar nuestra área. Aun así, a pesar de la incomodidad que generan, deberíamos pensar en el motivo que las origina y en cómo podemos ponerle remedio.

RETIRAR AL ESTUDIANTE DEL AULA, NO ES LA SOLUCIÓN. NO ES LA MEDIDA PEDAGÓGICA MÁS ACERTADA PARA MODIFICAR UNA CONDUCTA INADECUADA DE UN ESTUDIANTE QUE CONSTANTEMENTE INTERRUMPE.

Considero necesario analizar los siguientes puntos antes de tomar cualquier decisión durante una situación conflictiva dentro del aula:
1. Definir qué significa para nosotros la palabra “Autoridad”. Esta palabrita viene del latín Auctoritas cuya raíz es Augere, que significa aumentar, promover, hacer progresar. Por lo tanto la autoridad es el uso positivo del poder. Un profesor tendrá autoridad cuando sus estudiantes lo perciban como alguien en quien confiar, a quien respetan no solamente por el tono de la voz, o por la mirada intimidadora durante las horas de clase, sino por la calidad de su trato para con ellos, dentro y fuera de la Institución Educativa, alguien que los guía en su proceso de aprendizaje desde el respeto, la confianza en las propias capacidades y la correcta orientación en los momentos en los que el alumnado así lo requiera. Todo esto se consigue haciendo prevalecer nuestra autoridad a través de la coherencia, el respeto a las normas igualitarias, la capacidad de diálogo y la transformación de conflictos.
2. Aprender a separar persona de problema. Sucede a veces que confundimos al estudiante con el problema que acarrea. Expulsarlo significaría deshacernos de inmediato de él pero no del problema.
Cuando pensamos que el adolescente es el problema, en lugar de eliminar el problema, eliminamos la persona que lo adolece, y mostramos actitudes violentas hacia ella (exclusión, culpabilización, castigo, etc.). Es aquí donde nuestro poder entra en desequilibrio.  Por lo tanto debemos verlos no como estudiantes problema o adolescentes conflictivos, sino como personas con conflictos o conductas disruptivas. Como educadores debemos eliminar de nuestra percepción la idea de que ´lo hacen para molestarnos´, y entender que ´lo hacen para expresar una necesidad que no saben identificar o no pueden reconocer. Debemos mostrar una actitud pedagógica frente a estas situaciones.
3. Mayormente sucede que un docente toma la decisión de expulsar a su alumno del aula después de reiteradas llamadas de atención durante varias sesiones de aprendizaje. Sin embargo esto ha significado que el profesor ha tenido suficiente tiempo para acudir a las autoridades respectivas de la I.E. informando sobre el actuar del estudiante, así como para investigar la razón de dicho comportamiento con otros docentes o acudiendo a sus padres, ya que por tratarse de adolescentes presentan una conducta variable y en determinadas ocasiones explosiva. Sacarlo del aula significaría que el profesor hizo muy poco para solucionar el problema desde un inicio.
4. Al retirar a un estudiante del aula, estamos llevando a cabo una medida de exclusión cuando nuestra labor es la de incluir. Recordemos que la docencia es una responsabilidad que debemos asumir con humildad, esto quiere decir que debemos dejar nuestro orgullo en la puerta del aula y por más que tengamos la razón tenemos que enseñarle al alumno que se ha equivocado. Es decir, tomar conciencia de que la forma de dar clase, de comunicarnos con nuestros estudiantes o de abordar los conflictos en el aula, puede promover o controlar las conductas disruptivas.
¿Qué podemos hacer entonces?
a)   Lo primero que debemos hacer es un llamado de atención verbal, a través de una intervención pedagógica (entrevista con el estudiante).

b)   Si el problema persiste se debe comunicar al docente tutor o al coordinador de tutoría, quien se encargará desde otra instancia del trabajo con el chico y si lo considera pertinente, llevará a cabo un acompañamiento con el departamento de orientación o psicología del colegio.

c)  En algunas ocasiones, el problema no es el alumno, sino el maestro, así que también debes revisar la manera cómo te estás comunicando con los estudiantes, cómo dices las cosas, cuál es tu actitud, ¿en realidad ocupas tu lugar de docente en el aula?, ¿te enganchas en discusiones poco significativas con los alumnos?, ¿te enfocas en procesos de enseñanza o tu clase está enfocada en facilitar que el estudiante aprenda?, ¿vas a la clase con el corazón abierto y disponible para tus estudiantes? o ¿llegas al aula cargado de tus problemas personales, lo cual no te permite estar disponible para ellos y sus almas lo perciben?. Tú también puedes ser parte del problema.

d)  Como maestro, debes tener siempre en cuenta que a estos educandos revoltosos e inquietos no los debemos ignorar o sacar del hecho educativo, nuestra labor no es excluyente, por lo tanto, debemos en un principio, agotar todos los recursos pedagógicos para integrarlos e incluirlos a  la dinámica del aula. Una vez que hayamos trabajado de manera profunda el caso y si la situación no mejora, es cuando debemos orientar a la familia para que realicen un cambio de ambiente escolar, ya que puede estarse dando el hecho de que ese no es el colegio para su hijo. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.

Comenta con facebook